Mas la contemplación de la belleza del rostro de Cristo despierta en el hombre su verdadera naturaleza: los cristianos mediante el bautismo se convierten en hombres nuevos, manifiestan al mundo el amor verdadero, es decir, el amor al enemigo, el amor hasta dar la vida por el otro.
«Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos.» [8]
Por esto hay una relación estrechísima entre belleza y evangelización: la belleza del rostro de Cristo se traduce en la belleza de la comunidad cristiana, cuerpo de Cristo viviente en la historia. Es la comunidad que revela la belleza de la naturaleza de Dios en la comunión y en el perdón. Dice Jesús:
«Quien me ha visto a mí ha visto al Padre» [9]
Así quien ve la comunidad cristiana donde se da el amor al enemigo ve el verdadero icono de Cristo.
A lo largo de la historia la Iglesia ha percibido siempre este vínculo entre belleza y evangelización y la Iglesia ha sido la más grande comitente de belleza. Todo refleja la belleza de Cristo y la belleza de la comunidad y de la comunión fraterna. La evangelización de los pueblos eslavos se dio en gran parte a través de la belleza de la liturgia, de los iconos y de los cantos.
Solamente en estos últimos años también dentro de la Iglesia parece prevalecer una visión funcional que reduce los lugares donde la comunidad vive y se reúne a simples salas de reunión.
Sin embargo justamente hoy más que nunca es necesario y urgente que las estructuras de la Iglesia se renueven. La respuesta a la aldea global, a la gran ciudad, a la monocultura, es una parroquia que se convierta en “aldea celeste”: un modelo social más humano capaz de abrir espacios para la nueva civilización del amor, una asamblea eucarística que favorezca la participación activa de los fieles, una realidad de comunidad de comunidades con un catechumenium compuesto de salas litúrgicas bellas para las celebraciones en pequeñas comunidades.
El proyecto Domus Galilaeae y la tienda donde el Papa celebró la Eucaristía, el 24 de Marzo en el Monte de las Bienaventuranzas, son un intento de redescubrir formas arquitectónicas e iconográficas que ayuden a redescubrir el papel fundamental de la belleza en la vida de la Iglesia.
[1] Juan 1,3; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[2] Salmo 45,2; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[3] Giacomo Leopartdi, Hymn to his Woman.
[4] Génesis 2,23; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[5] Éxodo 19,10-14; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[6] Cantar de los Cantares 4,1; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[7] Lucas 7,22-23; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[8] Primera Epístola de San Juan 3,14; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.
[9] Juan 1,3; La Nueva Biblia de Jerusalén, Doubleday press.